jueves, 13 de octubre de 2016

La literatura ha muerto

Hace varias semanas, comencé a discutir el tema de que «El rock ha muerto», al escuchar los pocos o casi nulos grupos de rock emergentes de hace unos cinco años a la fecha, o bien los nuevos discos de los grupos iniciados al final del milenio pasado. Todo pareciera que apunta a un himno electroacústico donde el tema de la paz, prolifera. Sólo pocos grupos se aventuran a rescatar los ritmos, las notas y melodías del rock en su apogeo. A muchos, no parece gustarnos en lo que se está convirtiendo la escena musical. Un sonido más 'comercial', más 'ligero', más falta de energía, con incluso letras llenas de una paz superficial.
Ésta mañana al despertar, lo primero que leí fue el título de una nota que decía «Bob Dylan y el nobel de la literatura». En primera instancia pensé, se trataba de una nota tipo "Eldeforma" que jugaba con la espera de la noticia, segundo, pensé era una alusión a la 'exigencia' que levantaba hace 16 años el poeta chileno Nicanor Parra, para que se le otorgara dicho galardón a quien le atraía profundamente "por su falta de pretensión artística y realismo real". Finalmente la ficción me rebasó, la Academia Sueca anunciaba el 13 de octubre el Premio Nobel de Literatura 2016 a Bob Dylan "por crear nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la música en Estados Unidos de América". El internet, junto con sus redes sociales, se volcaron a la noticia de que por primera vez en la historia, un músico ganaba un premio nobel. Algunas personas culpan a la posmodernidad, otras bromean diciendo que lo mejor de éste premio será que no necesitaremos comprar libro alguno para conocerlo, otros mencionan que existen mejores o peores músicos que el mismo Dylan, que debían merecer la misma distinción, desde Lenon hasta Juan Gabriel. Lo cierto es que ésta noticia pareciera un intento desesperado por acercar al pueblo una condecoración que ha sido atacada, burlada y minimizada por las distinciones otorgadas en diferentes ramas desde hace 10 años. Queda claro que la academia hizo a un lado la popularidad de Murakami, la fuerza de Adonis, la destreza de Roth o la gran sorpresa que representa el keniano Ngugi wa Thiongo. A excepción del primero, los demás resultan unos completos desconocidos para el mundo occidental, sin embargo, han dedicado gran parte (sino es que toda) la vida al ejercicio de la escritura.

El punto no es si estuvo bien o no premiar a Dylan, si regresamos a principios de los años 1000, donde los juglares permanecian como literatos ambulantes. El tema es más bien, si con éste premio la Academia nos está regresando al punto de partida del arte, ¿es el arte una disciplina donde impera la complacencia? ¿es el arte subjetivo?¿dónde quedan entonces los años de estudio, de escudriñar la palabra, si los actos solemnes los convertimos en un soundtrack?. Tal vez la respuesta la dió hoy la Academia, tal vez ningún libro, ningún estudio de Murakami, Roth, Adonis o Thiongo (ni todos juntos), son suficientes para aventajar a una canción de Dylan, una canción que dificilmente se borra de nuestra memoria y permanece más que la palabra. Tal vez la literatura como el rock, ya están muertos. Tal vez como lo dijo Borges hace poco más de cincuenta años, "ya todo se ha escrito". ¿Qué pensaría el mismo Borges de esto?